domingo, 22 de junio de 2008

Caso Emmeret Hobson

En ese momento mi cabeza empezó a ponerse en marcha, tenía mucho que preguntarle y no sabía por donde empezar.

-¿James te ha enviado para vigilarme?.-

-No, he venido por mi cuenta, esta mañana he oído como quedaba contigo frente a la biblioteca a las diez. Si estoy aquí es para quitarte de la cabeza la absurda idea de irrumpir en casa de Derek.- el tono de voz era firme, demostrando que no quería un no como respuesta, pero seguía pensando que le pasaba algo más, parecía muy cansada.

-¿Cómo? ¿Sabes todo lo de Derek? Bueno, es normal, siendo su novia supongo que debes estar al tanto de todo, pero ¿Por qué no quieres que James consiga ese trabajo? Saldrías ganando si es cierta la cantidad de dinero que ganará con ello.-

Se retiró el pelo de la cara con una mano, mientras guardaba las llaves del coche en el bolsillo trasero de los vaqueros.

-Hace meses que no cuenta conmigo para nada. Solo soy “la novia de” cuando salimos a cenar con sus amigos de trabajo o en las cenas familiares. No es el hombre que conocí hace dos años y me lo demuestra día a día.-

-Y en lugar de estar pasándolo mal por su culpa ¿no es mejor que le dejes?.- No tenía ganas de seguir escuchando esa conversación, y mucho menos dar consejos de ese tipo, me hacía sentir bastante incómodo.

-¿Podemos salir fuera? Me estoy agobiando aquí dentro.- me aparté para que saliera, cruzó los brazos contra el pecho y empezó a caminar calle arriba. Todavía no se porque la seguí y charle esa mañana con ella, pero ahora, a pesar de que ella también está en peligro si la encuentra la policía, me alegro de haberlo hecho.

Estaba en lo cierto cuando decía que estaba enferma, a los pocos pasos, me agarró de la manga de la chaqueta y cayó de rodillas al suelo, a pesar del frío estaba ardiendo, tenía la mirada perdida y empezaba a quedarse dormida.

-¡Eh! ¿Qué haces? Eh, vamos levántate ¿Qué te pasa?.- la ayudé a levantarse y se apoyó contra la pared del edificio de correos. De cada vez llovía mas y tenía la impresión de que si la dejaba a su suerte, no sería capaz ni de dar dos pasos sin volver a caer.

-No, déjalo, me encuentro bien, me duele la cabeza desde ayer por la noche, supongo que será un resfriado, ya está.- no me miraba cuando hablaba, centraba la vista en el suelo para no marearse más de lo que ya estaba.

-Dame las llaves del coche, te dejaré en tu casa, no se para que coño has salido a la calle si te encontrabas mal.- en ese momento estaba muy enfadado, el que dijo la frase de que los problemas nunca vienen solos, tenía toda la razón del mundo.

-No, no hace falta que…-

-Tienes dos opciones, una es darme las llaves y dejar de llevarme la contraria, la otra es que te quité yo las llaves y te deje en tu casa. Decide.-

Sacó las llaves del bolsillo a regañadientes y me las entregó, al volver a ponernos en marcha, tuve que agarrarla de la cintura y llevarla casi a volandas. Cuando llegamos al coche, vi el flamante Dodge de color negro brillando en la acera a causa de la lluvia.

Mientras abría la puerta del copiloto y le ponía el cinturón a la chica, me paré a pensar en lo que me dijo James en el bar. Dejó el coche en el taller de Francis pero todavía estaba esperando para ir a buscarlo cuando el coche, hacia un par de días que ya se lo habían llevado.

Me puse al volante y arranqué el coche.

-Kristen ¿por donde voy para llegar hasta tu casa?...¿Kristen?.- se había quedado completamente dormida.


Decidí llevarla hasta mi apartamento, suponía que despertaría a las pocas horas, antes de que yo tuviera que irme a trabajar, y prefería llevármela conmigo en lugar de despertarla para mostrarme el mal humor que tenía y no darme la dirección de su casa.
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1 comentario:

Ángel Guardían dijo...

Hola como estas, me encanta la historia, no he podido venir al cyber en estoy dias y me topo con la sorpresa de que no has publicado nada, cual es el problema, espero que sigas subiendo mas capitulos cuidate mucho bye.